Fuente/El Nacional/ Por: Julio Cury/
No es ninguna casualidad que Hipólito Mejía supere ya el 65% de las preferencias perredeístas. Su consagración al quehacer político, asistida de su innegable carisma, lo ha llevado de nuevo a la cima de la popularidad. En visitas que he hecho junto al ex mandatario a ciertas empresas, he visto cómo los empleados se entusiasman de tal modo al verlo que abandonan sus oficios para ir a saludarlo y fotografiarse con él. Asimismo, cuando se corre la voz de que está en determinado sitio, los lugareños se aglutinan y lo esperan para corearle “Llegó Papá”. El lunes pasado, al término de un encuentro con un empresario, el tránsito de Villa Juana se paró; los transeúntes le manifestaron espontáneamente su apoyo, y conductores de vehículos públicos detuvieron la marcha, se desmontaron y fueron hasta donde él para retratarse. Indudablemente, Hipólito se ha convertido en un fenómeno que ha desvanecido la aureola presidencial que tuvo Miguel Vargas hace algunos meses. Para tener idea, una encuesta realizada por una firma extranjera en la primera semana de octubre, le atribuyó al ex Presidente un 67.3% de la intención de voto en El Seybo, un 74.5% en La Altagracia, un 50.3% en Hato Mayor, un 54.1% en La Romana, y un 42.3% en San Pedro de Macorís. En las pasadas elecciones, jugó inteligentemente al laissez faire, laissez passer, y el lastimoso resultado obtenido por los blancos lo apuntaló como su esperanza en el 2012. Pero que nadie se lleve a engaño, porque detrás de la sencilla personalidad de Hipólito hay un hombre de temple con consciencia de lo que se tiene que hacer en este país. Como muchos otros, pienso que será innecesaria la convención de marzo, pero si sus adversarios internos insisten en que sean las urnas las que revelen la improbabilidad de su triunfo, pues amén. Conociendo la vocación de trabajo del ex gobernante, es imposible revertir la tendencia a su favor.
No es ninguna casualidad que Hipólito Mejía supere ya el 65% de las preferencias perredeístas. Su consagración al quehacer político, asistida de su innegable carisma, lo ha llevado de nuevo a la cima de la popularidad. En visitas que he hecho junto al ex mandatario a ciertas empresas, he visto cómo los empleados se entusiasman de tal modo al verlo que abandonan sus oficios para ir a saludarlo y fotografiarse con él. Asimismo, cuando se corre la voz de que está en determinado sitio, los lugareños se aglutinan y lo esperan para corearle “Llegó Papá”. El lunes pasado, al término de un encuentro con un empresario, el tránsito de Villa Juana se paró; los transeúntes le manifestaron espontáneamente su apoyo, y conductores de vehículos públicos detuvieron la marcha, se desmontaron y fueron hasta donde él para retratarse. Indudablemente, Hipólito se ha convertido en un fenómeno que ha desvanecido la aureola presidencial que tuvo Miguel Vargas hace algunos meses. Para tener idea, una encuesta realizada por una firma extranjera en la primera semana de octubre, le atribuyó al ex Presidente un 67.3% de la intención de voto en El Seybo, un 74.5% en La Altagracia, un 50.3% en Hato Mayor, un 54.1% en La Romana, y un 42.3% en San Pedro de Macorís. En las pasadas elecciones, jugó inteligentemente al laissez faire, laissez passer, y el lastimoso resultado obtenido por los blancos lo apuntaló como su esperanza en el 2012. Pero que nadie se lleve a engaño, porque detrás de la sencilla personalidad de Hipólito hay un hombre de temple con consciencia de lo que se tiene que hacer en este país. Como muchos otros, pienso que será innecesaria la convención de marzo, pero si sus adversarios internos insisten en que sean las urnas las que revelen la improbabilidad de su triunfo, pues amén. Conociendo la vocación de trabajo del ex gobernante, es imposible revertir la tendencia a su favor.
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